Escribe la directora del Museo, Hilda Trujillo: “También conocido como La Casa Azul, el Museo Frida Kahlo es el hogar donde la artista nació y pasó gran parte de su vida e, incluso, donde transcurrieron sus últimos días. Desde finales de la década de los cincuenta, esta Casa se abre al público para cumplir con la voluntad de Frida y su esposo Diego de legar al pueblo de México lo que más amaban.” El Museo tiene visitas guiadas en español, inglés y francés disponibles previa reserva; posee renta de videoguías y taller infantil los sábados. En fin de semana, está disponible el Fridabus: transporte del Museo Frida Kahlo al Anahuacalli.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk

Frida y Diego fueron amantes de la vegetación originaria del país. Diego estudió el códice Badiano como fuente para representar en sus murales las distintas plantas y sus propiedades. Por su parte, Frida consultaba constantemente libros sobre botánica. El jardín de la Casa Azul fue creado por Diego y Frida con gran variedad de plantas. En él, Rivera y Kahlo colocaron piezas de sus colecciones precolombinas y de arte popular. Este espacio se ha convertido en un jardín fresco y sombreado que mantiene su belleza gracias a la dirección y cuidado del artista Humberto Spíndola.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk

La cocina guarda el estilo clásico de los fogones tradicionales mexicanos. Aunque en esa época ya se usaba la estufa de gas, Diego y Frida preferían cocinar a la manera antigua: a la leña. En esta cocina se prepararon platillos tanto prehispánicos como populares y coloniales, para compartir en fiestas con amigos. Aquí se aprecia cómo Frida valoró la belleza del arte popular, incorporando a la vida cotidiana jarras, ollas de barro, cestos, cazuelas, cobre y vidrio soplado.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk

El estudio de la Casa Azul fue realizado por el arquitecto mexicano Juan O’Gorman a finales de los años treinta y por encargo de Rivera. Fue diseñado de acuerdo con los principios del funcionalismo; los objetos que aquí se encuentran son los originales. En este espacio se aprecia cómo Frida organizaba sus pinceles y pinturas, usando frascos de barniz de uñas, o perfume, como recipientes para preparar pigmentos. La luz natural ilumina los elementos de trabajo. Tanto el caballete como la silla de ruedas fueron regalos del empresario norteamericano Nelson Rockefeller.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk

La exposición “Las apariencias engañan” presenta a Frida a través de su vestuario. La identidad que la artista construyó de sí misma une su gusto por la rica tradición textil de México y su propensión a esconder sus discapacidades. Hoy, Frida Kahlo es fuente de inspiración para famosos diseñadores, como Yves Saint Laurent y Rei Kawakubo, Jean Paul Gaultier y Ricardo Tisci, entre muchos otros quienes le han rendido homenaje en sus creaciones.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk

Hasta principios del siglo XIX, el arte prehispánico y el popular eran despreciados por las élites. Por el contrario, Frida, Diego y otros artistas de la época, y algunos de sus antecesores, atesoraron estas creaciones realizadas con gusto y delicadeza. El comedor de la Casa Azul conserva la decoración diseñada originalmente. El piso y los trasteros de madera pintados de amarillo congo iluminan el espacio. En las esquinas cuelgan los Judas de cartonería de la artista popular Carmen Caballero. Al fondo, se distingue la recámara de Diego, que también ocupó León Trotsky.

Crédito fotográfico: Bob Schalkwijk